“El silencio no existe… En el escenario habla mi alma y ese respeto al silencio es capaz de tocar a la gente, más profundamente que cualquier palabra”
“El mimo es teatro profundo responsabilizando al cuerpo y al movimiento a una máxima dificultad para hacer visible lo invisible. El mimodrama es gramática y lenguaje en el silencio de los mimos”
Marcel Marceau
Marcel vio la luz en Estrasburgo
Las desventuras de "Bip" con todo lo que le rodeaba, desde mariposas hasta leones, barcos y trenes, en pistas de bailes de restaurantes, no tenían límites.
Con un fondo de cortina negra, su cara era fantasmal en apariencia, se tornaba como una de esas pestañas largas que quieren gritar o que quieren llorar o que quieren tornarse trágicas y dentro de sí esa cara blanca era una máscara multiforme de arrugas tristes, carcomidas, horadadas por el tiempo, más humana que cualquier alma hecha gironés en las zarzas agudas. La flaca silueta de Marcel podía hacer cosas fantásticas, siendo capaz de que, al separar frágilmente los dedos de manera taciturna, nuestro detenido respirar por algún milagro supiera de lo que él estaba hablando.
Su famosa idea, de que el silencio carecía de límites y que los límites los ponía la palabra, tuvo entonces más significado que nunca.
Su obra mas notable es la pieza "Joven, maduro, anciano y muerte", del cual se ha dicho que "logra en menos de dos minutos lo que la mayoría de los novelistas no logran en volúmenes".
Lograr que el público se silencie y observe, es una odisea muy difícil de alcanzar, pero Marcel sembró admiración y respeto en los ojos de los espectadores a lo largo del mundo, ahora que se ha despedido de los escenarios, seguiremos guardando silencio, ya que lo llevamos dentro de nuestro corazón.
Colaboro en intervenciones cinematográficas tales como: “Barbarella”, dirigida por Roger Vadim, “Shanks”, dirigida por Bill Castle, en donde fusiona su arte del silencio interpretando a un titiritero sordomudo. “Silent movie, película muda de Mel Brooks,” en la cual el único parlamento sería: ___ "No".
El silencio de los bosques, el silencio del fin de la jornada, le llego sábado 22 de septiembre
Si hubo algo sublime y etéreo en un escenario, sin duda alguna se llamo Marcel Marceau.
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