Por Nallely Rosal
El festejo del día de muertos, es una celebración que mezcla la cultura prehispánica con la religión católica; ligado con el calendario agrícola prehispánico, esta fiesta se celebraba en vísperas de la recolección de la cosecha.
Los antiguos mexicanos consideraban que el dios Mictlantecuhtli (Dios de la Muerte), liberaba al hombre de sus penas. En ese tiempo la celebración tenía lugar en el mes de agosto, y había una segunda celebración para conmemorar a los difuntos en el mes de septiembre. En cuanto al catolicismo la fiesta de Todos los Santos (1 de noviembre) y de los Fieles Difuntos (2 de noviembre) aparece en el santoral desde el período comprendido entre los años 827 – 844 d.c. por acción del Papa Gregorio IV.
La festividad se adaptó a la fecha del catolicismo, nos dice Durán, que los nahuas colocaban ofrendas a los niños en el día de Todos los Santos y otras a los adultos al día siguiente, dejando de hacerlo en agosto, para aparentar que festejaban una celebración cristiana. Casi del mismo modo, los españoles heredaron de los celtas la tradición de celebrar el día 1 de noviembre dicha fiesta y así dedicar el mes de noviembre a las ánimas.
Cabe resaltar la visión que en tiempo prehispánico tenían sobre la muerte, a diferencia del catolicismo, para ellos lo importante no era la vida que llevaban, sino la manera en que morían, el paso después de la vida dependía de la forma de muerte, de ese modo los guerreros que morían en batalla, alzaban vuelo en forma de colibríes y mariposas alrededor del sol, los que perdían la vida en circunstancias relacionadas con agua, se creía, iban directo al paraíso de la eterna primavera, aquellos que morían siendo niños se dirigían al Árbol Nodriza, donde tenían leche fresca todo el tiempo; algunos iban al Mictlán, con sus nueve mundos subterráneos y fríos, donde se desvanecían paulatinamente hasta la quietud total.
El Día de Muertos en la actualidad es una festividad que partiendo de dos culturas que se mezclaron en tiempos de la colonia ha tomado un toque netamente mexicano, pues basta ver los detalles que se tienen. La muerte para el mexicano tiene un toque, por decirlo de algún modo pintoresco, no hace falta más que ver el trabajo de José Guadalupe Posadas con sus calaveras que aluden a la muerte con un toque humorístico; calaveras de chocolate que adornan las ofrendas con nombres de familiares o personajes famosos que aun no mueren, canciones populares que se componen a la bella “parca”, “huesuda”, “calaquita”, a “doña Catrina” y los tantos y tantos modos de nombrar a la muerte que la cultura mexicana tiene.
Dentro de los altares, de las cosas particulares que cada uno tiene se encuentran: fotografías de aquellos que partieron y guardan pacientes a que se les permita venir a tierra de vivos a convivir con sus familiares; veladoras, lámparas que les guían y alumbren el camino a casa, luces que los llaman a través de la oscuridad para que no pierdan el camino; queman incienso en bracerillos de barro cocido con el fin de purificar el ambiente; colocan imágenes cristianas: un crucifijo y la virgen de Guadalupe.
En platos de barro cocido se colocan los alimentos, estos son productos que generalmente ahí se consumen, platillos propios de la región. Bebidas embriagantes o vasos con agua o jugo de frutas. Panes de muerto, adornados con azúcar roja que simula la sangre.
Galletas, frutas de horno y dulces hechos con calabaza. Recipientes con agua para que las almas pudieran calmar su sed. El altar estará adornado con flores de cempasúchil, flor de jacalosúchil, de diferentes colores y la flor de muertos.
Se acostumbra colocar estos altares en un lugar de la casa y en las tumbas de los difuntos dentro del panteón. Hay lugares de México, donde se acostumbra llegar al panteón desde las 5 de la mañana, llevar mariachi, marimba, norteños, dependiendo del poblado y las posibilidades de los familiares.
En Oaxaca se realizan alfombras enormes hechas de flores a lo largo de las calles principales que representan un verdadero trabajo artesanal de la gente, en otros lugares grupos étnicos realizan ritos como sus antepasados para venerar a los muertos.
Es claro observar que se conservan detalles prehispánicos, quizá entre los más importantes los cráneos de calaveras hechos de azúcar y las flores como el cempasúchil, pero nunca dejamos de conmemorar a los que ya no están, aquellos que no se olvidar.
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