NECESIDAD DE VOZ

De Josué Dante


Por qué esta necesidad de leer los poemas en voz alta,

¿Acaso ha dejado de bastarme el recuerdo de aquella

tesitura cuando me hablabas al oído izquierdo?,

O será que se ha convertido en la única manera de

hacer eterno el efímero momento de tu paso a mi lado,


Capturo el estrépito del colectivo que omite el disco

en rojo al cruzar la avenida, Y desde esa esquina

veo que el mundo está cambiando, Cambia cuando

descubro la huella que dejó el anillo en tu anular derecho,

Cuando salgo corriendo para evitar que me cortes las alas de vuelo,

Cuando no quieres incrustarte un par de ellas para volar conmigo,


Al final, la radio emite solos de Cello y aseguro que hacen la misma pregunta,

Y nadie responde porque poco importa la melancolía

de los que se cubren de la lluvia de otoño, que es cada

vez más extraño por estos lugares que antes frecuentábamos

para mirar a los niños corriendo, cayendo, llorando, abrazando,

gritando, saltando, sonriendo, sabiéndose seguros en los ojos de quien los ve,

Y yo que necesito un poco de eso que a ellos les sobra a esa edad,


Cuánta nostalgia de tus sonrisas hay en mi camino,

cuántos momentos que se resisten a borrarse de mi memoria

pero que están perdiendo la batalla, Dónde terminará este

instante para darle paso a otro que me haga más feliz, o quizá me

conformaría con ser menos infeliz, Y aunque te burles de mi plana,

tengo la esperanza de que mi voz llegue a tus oídos, que bese tus labios,

que no te permita reprocharme pasado, que te arrebate la duda

de saber cómo ando, Voy cuesta abajo, lo confieso amor mío,

Pero tocando fondo mis extremidades se impulsan a la superficie de algo que me urge,


¿Acaso se nos ha olvidado que no éramos nada antes del rescoldo que ha quedado?,

Quien nos viera diría que en la ciudad hay dos nuevos enemigos

rondándose sus esquinas para sorprenderse descuidados,


Por qué esta necesidad de leer los poemas de voz alta,

Si es suficiente con susurrar una canción de bolero, un tango arrabalero,

o ver bailar un danzón en el parque acostumbrado,

Por qué si tu sordera de estatua no te deja escuchar,

Y vale más que me quede callado,


Por qué esta necesidad de leer los poemas en voz alta,

Sólo por decirte que quiero gritarte que sigo

frecuentando la calle de tu barrio caro, la que termina en la

glorieta donde tantas veces dijiste, desbordada de amor,

desbordada de pasión, también desbordada de odio,

que adorabas el dejo de tristeza en mi voz,



Nueva Santa María, D. F.

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