Por Francisco A. Avila

¿Cómo es que siendo tan inteligentes los niños

son tan estúpidos la mayor parte de los hombres?

Debe ser fruto de la educación

Alejandro Dumas

El viernes pasado me encontré en El Universal con la nota de Juan Solís, Literatura que quiere crecer, trataba del proyecto impulsado por Editorial Océano y un grupo de editoriales menores: la creación de una Comisión de Libros para Niños en la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana (Caniem).

Tal Comisión busca el crecimiento de la literatura infantil con un lanzamiento inicial de 30 títulos este año. Aunque su objetivo principal, dicen, es estimular y divulgar libros infantiles escritos por autores mexicanos que no encuentran cabida en el pobre e insulso programa Bibliotecas de Aula de la Secretaría de Educación Pública.

Hasta aquí todo suena más o menos bien, el problema que se le olvida a estos empresarios es que luchan contra una sociedad que ha perdido el gusto por la lectura, un gusto que me atrevo a decir han secuestrado, ¿quiénes?, los medios de comunicación, la pobreza, la violencia, pero también, y más grave aún, la SEP.

Nuestro sistema de educación es tan pobre que ya nos cansamos de oírlo, pero no nos damos cuenta de los profundos daños que genera, el secuestro de la lectura es sólo uno, y aquí empieza el laberinto y mi disertación.

1) ¿Hay alguna materia que prepare a los niños en la recepción de textos literarios? Porque parece que la SEP y nuestro letrado magisterio creen que enseñarnos el alfabeto y la diferencia entre sujeto y predicado lo es todo.

2) ¿Por qué a diferencia de otros países no tenemos una lectura de iniciación? Estoy seguro que si desde pequeños leyéramos a Verne, a Carroll, a los hermanos Grimm, a Perrault, a Stevenson, a Kipling estaríamos mejor preparados para aberraciones como la siguiente:

3) ¿No es ilógico e insultante que a una niña de quinto año le den a leer El Diario de Ana Frank? Claro que no, si razonamos como los extraordinarios profesores que opinan que si Ana Frank tenía once años al escribir su diario una niña mexicana de esa edad estará “en sintonía”.

4) En las secundarias el panorama empeora, ¿qué necesidad tiene un adolescente de leer basura como la de Carlos Cuauhtémoc Sánchez? ¿Sus libros han menguado los altos índices de embarazos no deseados? ¿La Asociación de Padres de Familia, Pro-Vida y la Comisión A Favor de lo Mejor son tan idiotas? Parece que sí.

5) ¿Han sabido ustedes de algún programa que realmente impulse la lectura desde la infancia? ¿De algún concurso en el que se invite a escribir a los niños? Yo tampoco.

Escritores no nos faltan, buenos libros infantiles menos, ahí está La peor señora del mundo de Francisco Hinojosa, lo que falta es compromiso, lo que faltan son ideas: inteligencia.

Tal vez, una de las soluciones que promueve esta Comisión sea acertada: desescolarizar la lectura. “Hay que tomar en cuenta que en 97% de los municipios de este país no hay librerías. Que en casi todos hay bibliotecas, pero no en todas hay libros para niños. La mayoría de los niños en este país no tiene contacto con una producción diversa. El desarrollo de la Biblioteca de Aula implica la existencia de niños con acceso a esa oferta. El estímulo del Estado es positivo, pero a la vez genera dependencias.” Apuntó el autor y editor Daniel Goldin en el artículo ya citado, pero más que una dependencia, el Estado genera carencias, la idea de absolver a la SEP de la promoción de la lectura es ingeniosa pero inevitablemente peligrosa: cuántos padres de familia están dispuestos a leer con sus hijos, a comprar libros.

Ninguno, y entre más se escarba peor se pone todo… pero de dos cosas estoy convencido: una, mientras gente como la guapa Elba Esther Gordillo exprima al magisterio para comprarse bolsas Louis Vuitton, los maestros en México se verán obligados a sobrevivir con salarios de risa y por ende a enseñar y reproducir basura; 2) mientras la educación básica no genere lectores este país jamás saldrá de la pobreza y la ignorancia en la que vive.

… Aquellos que estamos preocupados por la Cultura en México somos un grupo pequeñísimo y lamentablemente amorfo, con propuestas aisladas, con ideas que se topan con el oscurantismo de la burocracia y la corrupción. Entonces, ¿qué hacer?


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