NETSCAPE CLAUDICA A FAVOR DE FIREFOX

AOL, su actual propietario, marcó en efecto la fecha del 1 de marzo de 2008 como el día en que dejaría de actualizar el histórico software, de publicar nuevos parches y de invertir más dinero en su desarrollo. En la página web del navegador moribundo, los internautas encuentran desde hace días una recomendación expresa para que se pasen a los navegadores Firefox, de Mozilla, y Flock. «Creo que nosotros somos ahora la esperanza que representó Netscape», ha declarado a la BBC Mitcher Baler, presidente de la Fundación Mozilla y a la vez uno de los primeros empleados de Netscape en 1994. El desarrollo de Firefox, que cuenta ya con más de medio millón de descargas, depende de fundación Mozilla, que fue creada en 2003 por miembros del «staff» de Netscape.

Para Shawn Hardin, presidente de Flock, el «otro heredero», el papel de ese primer navegador fue extremadamente importante para convertir internet en un fenómeno de masas. «Durante aquellos días felices, decir internet y Netscape era, realmente, la misma cosa».

El primer gran navegador

Eran, en efecto, los primeros tiempos de la era internet. Tiempos, además, en los que el gigante Microsoft, cegado por los éxitos de las primeras versiones de su sistema operativo Windows, no se había enterado aún de que los tiros, enseguida, iban a ir por otro camino.

Estamos en octubre de 1994 y apenas cinco años antes (en 1989), Tim Berners Lee, un investigador del Laboratorio europeo de Física CERN, en Ginebra, había ideado un ingenioso sistema hipertextual que permitía acceder a documentos alojados en ordenadores remotos. O lo que es lo mismo, había inventado la «www», la fórmula mágica que conseguiría que la red de redes pasara de los laboratorios universitarios y militares a cientos de millones de hogares en todo el mundo.

Y entonces, en octubre de 1994, llegó Netscape, el primer gran navegador de internet. Creado por Marc Andreessen, que en su etapa de estudiante había participado en el desarrollo de Mosaic (en realidad, el primer navegador propiamente dicho) pero que muy poco después decidió montar su propia empresa, Netscape Communications Corporation.

El éxito de Netscape fue arrollador. Y pronto, a mediados de los noventa, se convirtió en la puerta de entrada a internet para el 96 por ciento de los usuarios. Por primera vez, existía una herramienta facil, asequible, gratuita y completa que permitía a las personas de a pie moverse por la Red como peces en el agua.

El «patinazo» de Gates

Visto con la perspectiva de hoy, sorprende mucho el «patinazo» de Bill Gates, que por aquél entonces pronosticó que internet nunca llegaría a extenderse. Por eso, el auge de Netscape, sencillamente, no preocupaba al fundador de Microsoft, que en aquellos días estaba convencido de que en el software propietario descansaba el futuro de la era digital.

Las primeras versiones del Explorer, de hecho, alcanzaron poca o ninguna aceptación. Un grave error, como el propio Gates se vio obligado a reconocer apenas un año después. Cuando finalmente admitió su equivocación, asegurando en un célebre discurso de 1995 que Microsoft se disponía a desarrollar «el mejor navegador de todos los tiempos», firmó la sentencia de muerte de Netscape. Se desató la guerra. Gates se lo tomó absolutamente en serio y decidió recuperar el terreno perdido. Puso a veinte mil desarrolladores, lo más granado de sus laboratorios, a trabajar sin descanso en una nueva versión de su Internet Explorer. Y, como es habitual en estos casos, la compañía no escatimó gastos ni recursos.

Bill Gates decidió, además, aprovechar la ventaja añadida que suponía el éxito de Windows, el sistema operativo más utilizado del mundo. Dicho y hecho. A partir del Internet Explorer 4 (1997), el navegador de Microsoft pasó a formar parte inseparable de su exitoso sistema operativo.

Llegaron las denuncias y las primeras acusaciones de prácticas monopolistas. Pero el porcentaje de usuarios de las sucesivas versiones del Explorer aumentaba al mismo tiempo que Netscape íba retrocediendo. Hasta ayer, el día en que desapareció por completo.

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