Por Beck
Más de 500 años habían pasado desde el exilio y muchos más desde que mi especie gobernara la tierra en su totalidad. Después de haber vivido tras las sombras durante siglos, llegó una época dorada en donde saciábamos nuestros instintos, bebíamos sangre fresca a cualquier hora y las calles se formaban por mares de gente en donde no había distinción entre la orgía y la matanza. Los cambios en el universo hicieron que nuestra peor debilidad se volviera un privilegio, vivíamos en una constante penumbra donde el día era oscuro y la noche aun más, por lo que pronto gobernamos sin mayor dificultad a los mortales.
Era fácil reconocer a la distancia a un hombre común, siempre de prisa y asustado como el ratón en el que se había convertido. Los hombres tenían un aspecto grisáceo que antes era característico de nuestra especie, sin embargo éramos nosotros los que nos veíamos vivos. El tiempo transcurrió de manera pausada, nos deleitábamos más que nunca de la inmortalidad. Vivíamos en la opulencia mientras el mundo se pudría de las peores enfermedades, las sequías y la hambruna. Irónicamente, hasta que dominamos la tierra los hombres dejaron sus estupidas guerras de lado. Tal vez por que nuestra presencia los hacía unirse o porque estaban en una guerra que era imposible ganar.
No considero a mi especie más inteligente, tan sólo creo que nos resulta más sencillo pervivir al actuar por instintos que no tienen límites. En lo particular viví una época de excesos inigualable y ahora pienso que con un poco de prudencia, el mundo nos hubiera durado un poco más. A pesar de la condición en la que vivo, no me arrepiento de toda la sangre que derramé por conseguir siempre un poco más. Sé que soy uno de los pocos que ha matado a casi el mismo número de vampiros que de hombres. Lo único que puedo decir a mi favor es que lo disfruté. El egoísmo siempre ha sido una de mis cualidades.

El gusto de beber sangre humana nos duró pocos siglos. Entre sus enfermedades y nuestra incontrolable sed, la violencia aumentó. Hubo masacres de todo tipo, algunos vampiros criaban humanos cual perros para tener sangre fresca. Lo inhumano se volvió cotidiano y nuestra vida de lujos se vio cegada por los más bajos instintos. No puedo decir que nos convertimos en animales, creo que estamos en un nivel más vil y despreciable, pero por lo mismo más sublime.
Hace 500 años un grupo de vampiros convencieron a la mayoría de una reubicación, ya que el haber vivido demasiado tiempo en la misma urbe había sido causa del exterminio de la humanidad. Mi ciudad fue la más privilegiada al ser totalmente rodeada de penumbras, pues en otras partes del mundo el sol se hacia presente por temporadas. Por supuesto que esto no lo supe hasta que me trasladaron junto con otros dos vampiros a una especie de granja, en donde teníamos que criar animales para volver a poblar la tierra con especies prácticamente extintas y así podernos alimentar.
Cuando nos explicaron la verdadera causa del exilio me enfurecí tanto que casi mato a uno de los vampiros que me dejaron en este desértico lugar, situación que por supuesto, no me libró de quedar atrapado en este lugar.
Básicamente el exilio fue una manera de matarnos, ubicaron estratégicamente a miles de vampiros en lugares en donde el sol se intensificaba cada 7 días. Por lo que si intentábamos llegar de nuevo a la ciudad el sol nos mataría, era una magnifica prisión invisible. Sólo lamento no haber estado entre el grupo selecto que ideó el plan y el cual vive mejor a costa de los vampiros campesinos y los pocos humanos prisioneros.
Mis dos compañeros de exilio, son sumamente idiotas para ser vampiros y trabajan en la granja toda la semana, por supuesto yo hago lo mismo para obtener mi ración del día. Estos últimos años han sido los más infames que he vivido al tener que trabajar para subsistir. A principios del exilio teníamos una gran cantidad de animales de los cuales habíamos sobrevivido. Pero pronto empezaron los problemas. Los dos vampiros con los que vivo desconfían demasiado el uno del otro. Por lo que siempre están discutiendo de las cosas más absurdas.
Vivimos una mediocre vida “humana”, yo sigo siendo el mismo. Ellos por su lado parecen mucho más humanos, inclusive a uno de ellos le gusta pintar. Actualmente está haciendo un cuadro de los tres. Por supuesto yo podría hacerme cargo de la granja mucho mejor, pero me basta con comer. Con ellos he mantenido un perfil bajo, al grado de inclusive ser sumiso. Todo tiene su razón de ser.
En las últimas semanas han aparecido cientos de animales muertos, prácticamente destrozados y sin una gota de sangre. Por supuesto que se trata de uno de nosotros ya que nadie más pudo haber vivido en esta granja sin que nos diéramos cuenta. Los dos dudan de ellos mismos, la semana pasada la granja fue destruida en su totalidad, sólo quedaron dos gallinas. Pelearon casi hasta matarse por ver quien iba a cuidar de ellas, hasta que milagrosamente encontraran un gallo para que se reproduzcan. Al final cada quien se quedó con una, de la que no se separan en ningún momento.
La tensión ha aumentado cada vez más y no nos queda más que comer frutas y verduras, será parte de la nostalgia, pero preferimos las de color rojo. El cuadro que pintó el vampiro-artista está terminado. Así es como lucimos ahora. Yo soy el de en medio, el de mi izquierda es el que pinto el cuadro. Hoy pienso matar a la gallina del artista para ponerlo en contra del otro y lo convenceré que es necesario matarlo, con que lo dejemos atado a un árbol cerca del séptimo día bastará, no es necesario derramar sangre.
Después de esto será fácil hacer al artista mi esclavo y obligarlo a que trabaje para mi. Y si un día llega la desidia de no continuar viviendo como vegetariano, beberé su sangre, recordando los tiempos en los que me escapaba de la granja a escondidas para chupar sangre de los animales, mientras imaginaba morder un joven cuello para luego dejarlo inerte. Como les dije todo tiene una razón de ser y esa razón es mi inevitable egoísmo, aunque esta me lleve a la perdición.
Era fácil reconocer a la distancia a un hombre común, siempre de prisa y asustado como el ratón en el que se había convertido. Los hombres tenían un aspecto grisáceo que antes era característico de nuestra especie, sin embargo éramos nosotros los que nos veíamos vivos. El tiempo transcurrió de manera pausada, nos deleitábamos más que nunca de la inmortalidad. Vivíamos en la opulencia mientras el mundo se pudría de las peores enfermedades, las sequías y la hambruna. Irónicamente, hasta que dominamos la tierra los hombres dejaron sus estupidas guerras de lado. Tal vez por que nuestra presencia los hacía unirse o porque estaban en una guerra que era imposible ganar.
No considero a mi especie más inteligente, tan sólo creo que nos resulta más sencillo pervivir al actuar por instintos que no tienen límites. En lo particular viví una época de excesos inigualable y ahora pienso que con un poco de prudencia, el mundo nos hubiera durado un poco más. A pesar de la condición en la que vivo, no me arrepiento de toda la sangre que derramé por conseguir siempre un poco más. Sé que soy uno de los pocos que ha matado a casi el mismo número de vampiros que de hombres. Lo único que puedo decir a mi favor es que lo disfruté. El egoísmo siempre ha sido una de mis cualidades.
El gusto de beber sangre humana nos duró pocos siglos. Entre sus enfermedades y nuestra incontrolable sed, la violencia aumentó. Hubo masacres de todo tipo, algunos vampiros criaban humanos cual perros para tener sangre fresca. Lo inhumano se volvió cotidiano y nuestra vida de lujos se vio cegada por los más bajos instintos. No puedo decir que nos convertimos en animales, creo que estamos en un nivel más vil y despreciable, pero por lo mismo más sublime.
Hace 500 años un grupo de vampiros convencieron a la mayoría de una reubicación, ya que el haber vivido demasiado tiempo en la misma urbe había sido causa del exterminio de la humanidad. Mi ciudad fue la más privilegiada al ser totalmente rodeada de penumbras, pues en otras partes del mundo el sol se hacia presente por temporadas. Por supuesto que esto no lo supe hasta que me trasladaron junto con otros dos vampiros a una especie de granja, en donde teníamos que criar animales para volver a poblar la tierra con especies prácticamente extintas y así podernos alimentar.
Cuando nos explicaron la verdadera causa del exilio me enfurecí tanto que casi mato a uno de los vampiros que me dejaron en este desértico lugar, situación que por supuesto, no me libró de quedar atrapado en este lugar.
Básicamente el exilio fue una manera de matarnos, ubicaron estratégicamente a miles de vampiros en lugares en donde el sol se intensificaba cada 7 días. Por lo que si intentábamos llegar de nuevo a la ciudad el sol nos mataría, era una magnifica prisión invisible. Sólo lamento no haber estado entre el grupo selecto que ideó el plan y el cual vive mejor a costa de los vampiros campesinos y los pocos humanos prisioneros.
Mis dos compañeros de exilio, son sumamente idiotas para ser vampiros y trabajan en la granja toda la semana, por supuesto yo hago lo mismo para obtener mi ración del día. Estos últimos años han sido los más infames que he vivido al tener que trabajar para subsistir. A principios del exilio teníamos una gran cantidad de animales de los cuales habíamos sobrevivido. Pero pronto empezaron los problemas. Los dos vampiros con los que vivo desconfían demasiado el uno del otro. Por lo que siempre están discutiendo de las cosas más absurdas.
Vivimos una mediocre vida “humana”, yo sigo siendo el mismo. Ellos por su lado parecen mucho más humanos, inclusive a uno de ellos le gusta pintar. Actualmente está haciendo un cuadro de los tres. Por supuesto yo podría hacerme cargo de la granja mucho mejor, pero me basta con comer. Con ellos he mantenido un perfil bajo, al grado de inclusive ser sumiso. Todo tiene su razón de ser.
En las últimas semanas han aparecido cientos de animales muertos, prácticamente destrozados y sin una gota de sangre. Por supuesto que se trata de uno de nosotros ya que nadie más pudo haber vivido en esta granja sin que nos diéramos cuenta. Los dos dudan de ellos mismos, la semana pasada la granja fue destruida en su totalidad, sólo quedaron dos gallinas. Pelearon casi hasta matarse por ver quien iba a cuidar de ellas, hasta que milagrosamente encontraran un gallo para que se reproduzcan. Al final cada quien se quedó con una, de la que no se separan en ningún momento.
La tensión ha aumentado cada vez más y no nos queda más que comer frutas y verduras, será parte de la nostalgia, pero preferimos las de color rojo. El cuadro que pintó el vampiro-artista está terminado. Así es como lucimos ahora. Yo soy el de en medio, el de mi izquierda es el que pinto el cuadro. Hoy pienso matar a la gallina del artista para ponerlo en contra del otro y lo convenceré que es necesario matarlo, con que lo dejemos atado a un árbol cerca del séptimo día bastará, no es necesario derramar sangre.
Después de esto será fácil hacer al artista mi esclavo y obligarlo a que trabaje para mi. Y si un día llega la desidia de no continuar viviendo como vegetariano, beberé su sangre, recordando los tiempos en los que me escapaba de la granja a escondidas para chupar sangre de los animales, mientras imaginaba morder un joven cuello para luego dejarlo inerte. Como les dije todo tiene una razón de ser y esa razón es mi inevitable egoísmo, aunque esta me lleve a la perdición.
0 comentarios:
Publicar un comentario