TRES TIROS

De Francisco A. Avila
Abril 2008

Ya no puedo seguir llevando esto a cuestas, he tocado fondo, estoy hundido en la mierda que dejaste sobre mis hombros y simplemente ya no puedo.

La terminal de autobuses está casi vacía. He comprado el boleto. Si repaso la escena no deje nada que me involucre, de cualquier forma la policía mexicana es totalmente inepta, pero eso tú lo sabes mejor que yo.

No sé porque te creí. Supongo que el hecho de que seas mi padre tuvo algo que ver. Pero si a ti no te importo traicionarme a mi me va a valer madres pegarte un tiro entre ceja y ceja hijo de tu chingada madre, pendejo.

Tijuana no es como la imaginaba. Pensándolo bien creo que ni siquiera me la imaginé antes de llegar. Mejor, no quiero recordarla ni que me recuerde, aquí nomás recordarás tú. Allá en el infierno te acordarás de mí dándote en tu madre.

Yo estaba muy bien hasta que llegaste de nuevo. Pero, pues mi mamá que te quiso perdonar y uno más contento de tener papá. Quince años me dejaste. Según tú, trabajando en el gabacho. Si hubiéramos sabido la verdad. Pero regresaste y nos diste dinero, me compraste un carrazo, me metiste a prepa de ricachones. El brillo del oro apendeja a cualquiera.

Tiras el cuerpo en la carretera y te quedas unos días en algún pueblito, no vaya a ser que alguien siga tus pasos. Eso me dijiste. Esas fueron tus últimas palabras. Yo nunca había visto una pistola, nunca había visto ni oído disparar a nadie, le diste primero en la pierna, después en el pecho, y luego, sin necesidad alguna, nomás porque eres un cabrón ojete, te acercaste y le diste en la cabeza.

Él era mi amigo. Te dije que sus jefes pagarían el rescate y aún así te lo quebraste. Primer error, porque ese muertito lo cargaré hasta mi propia muerte. Segundo error, te escapaste con la lana y esas son mamadas mayúsculas.

Tengo hambre, pero sé que de una u otra forma te encontraré, necesitas exhibirte como chango de zoológico. Está en tu naturaleza.

Tengo tres tiros, mientras camino, cada vez más lento por las ampollas, me imagino como repartirlos en tu marrano cuerpo, creo que el primero será en los huevos, luego no sé, en la panza o donde caiga, pero el último será el mismo que le pegaste a…

Por fin te encuentro, sales de un Mc’Donalds con tu puta y seguramente el menor de tus bastardos. No te preocupes no se quedarán desamparados, repartiré mis tiros y todos contentos, faltaba más.

-¡Hola papá!

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