Ganas de abrazarte

Por Isela Cruz

Ganas de abrazarte, de tomarte de la mano, de caminar juntos por la calle, de andar sin miedo, sin la boca seca y el estomago lleno de ansiedad; sin las miradas por encima del hombro y observando el entorno buscando rostros conocidos, así es como me gustaría salir contigo, sin ser mi amante, sin ser mi novio, sin ser nada mas que ser quien eres, sin ser más que simplemente lo que tu y yo sentimos y nos decimos con la mirada, sin lastimar a aquel que ocupa el primer espacio en mi agenda y en mi corazón por el hecho de haber llegado antes a mi vida, así es como te quiero ver.


Quiero platicar tu existencia, me gustaría conocer la vida contigo, volver a asombrarme a tu lado, aprender a aprender de quien no se espera obtener nada, y sin embargo, te enseña la puerta alterna a las posibilidades que ya habías probado cerradas.


Es una lastima que aquel mundo no exista y que tendamos a jerarquizar las cosas, incluyendo lo imponderable, que estamos condenados a las sombras o a pasar con máscaras bajo las luces, y que debido a eso, y a mi pavor al fracaso, tu y yo nunca nos referiremos a nosotros mismos como lo que somos, y seremos amigos: porque aquella ansia de comerte el mundo y de saber qué me atrae de ti, es el ansia natural de un adolescente, que sé, se agotará en poco tiempo; que me cansarán tus ganas de aprender de mi por que una hoja seca como yo agota rápidamente sus recursos, y es precisamente ese miedo a la finitud y el hastío el que me orilla a no cruzar contigo la fina línea de la formalidad social, y mantenerte en ese lugar sin nombre en el que te he colocado, en el que eres seguro, y en el que en realidad, no nos podemos tocar.


Pronto, muy pronto reuniré valor al menos para decirte esto que ahora escribo y entonces probablemente adoptemos finalmente un nombre, seremos amigos, conocidos, dos personas que algún día se conocieron en el mejor de los casos, que platicaban increíblemente de sus vidas, que planearon caminatas por la ciudad y días bajo la luna, y que en esos esporádicos días en que se veían, podían derrumbar el mundo con sus risas, aunque nunca lograron que las piezas de su historia encajaran y vivieron al margen de eso que la sociedad llama un próspero noviazgo.

0 comentarios:

Califica