Por René Avilés Fabila

En la biografía que Gerald Clarke escribió sobre Truman Capote parece no quedar nada fuera, están su infancia, sus años de formación, el éxito, quiénes fueron sus amigos, quiénes sus enemigos, a dónde viajó, cuáles fueron sus amantes y la manera en que escribió algunos de sus más importantes libros. Sin embargo, resulta curioso que para narrar su muerte apenas utilice una media docena de páginas y recurra una serie de observaciones médicas sobre las razones de su fallecimiento. Capote era un ser destructivo y autodestructivo, sus relaciones eran por regla general tormentosas. Avanzó hacia el triunfo a grandes pasos y no supo qué hacer con él, cómo administrarlo, una sociedad refinada y frívola lo consumió. No tenía sesenta años cuando murió.
“Hepatitis complicada con flebitis y múltiple intoxicación por fármacos diversos”, según el forense que efectuó la autopsia. Clarke habla con timidez de un posible suicidio, no deseaba darse otra oportunidad. Le faltaba mucho por escribir, entre ello un libro prometido, Plegarias atendidas, estaba harto de sus viajes al hospital, de la incomprensión de quienes lo rodeaban y optó por una sobredosis. El biógrafo nos recuerda que antes habían muerto Marylin Monroe y Montgomery Clift, dos personas que se entendían bien con Capote y también habían desaparecido diversos compañeros de andanzas como Tennessee Williams, a quien por cierto esta dedicado Música para camaleones. ¿Para qué, entonces, seguir viviendo? Sin fuerza para defenderse, se dejó caer en el alcohol y en las drogas, sentía pasión por los fármacos (contemplaba las pastillas como joyas) y más de una ocasión tomó fuertes dosis de coca. Cierto, había tenido éxito y un tanto fastidiado poco esperaba de él, se sabía un clásico de la literatura.

Tal vez Gerald Clarke olvidó en su intento por reconstruir la vida de Truman Capote, uno de los hombres más fascinantes y talentosos de nuestra época, que desde que comenzó a vivir iba hacia una muerte dramática, poco común. No regresa a sus orígenes, como si se tratara del Ciudadano Kane, llega al final que había vislumbrado desde pequeño. Sólo que para tenerlo, antes habría que pasar por una vida intensa y el éxito deslumbrante.
Del libro Material de lo inmediato, 1995
0 comentarios:
Publicar un comentario